domingo, 13 de noviembre de 2011

Cuento

Era un día como cualquiera para aquel hombre que vivía sumido en el exilio yen una constante aflicción, miró hacia las estrellas dándose cuenta de las similitudes que tenían con sus anhelos, demasiados distantes pero aun en la mas densa oscuridad visibles.
Pasaba las tardes sentado en un banco, observando el pasar de la gente, preguntándose a si mismo ¿Qué es el amor? Del que tanto habla la gente los demás, vivía con esa duda y con la certeza de que quizás esa era la cura a su tristeza.
Acudió a distintos sitios en busca de aquella respuesta pero cada  persona de distinta manera le contesta, hubo quienes le contestaron que era una perdida de tiempo que no valía la pena, que el pasar del tiempo envenena y que era como una perpetua condena, otros sin embargo, le contestaron que el amor es una virtud del humano, que a su lado vez al dolor lejano, hace del invierno un dulce verano.
Así pasaron sus días entre pregunta e ilusiones difuntas, sin esperanza alguna, consolado  por la escasa luz de luna y una pobreza de emociones que eran su fortuna.
No había ningún alivio que calmara su inmenso martirio, ni persona que lo sacara del exilio, vivir se volvió su mayor fastidio pensó en mas de una ocasión en el suicidio pero se dio cuenta que la vida es demasiada corta para percatarse que es lo que verdaderamente importa.
Entre sus sueños pudo hablar con un ángel caído que le dijo que todo humano alguna vez se encuentra confundido y afligido sin darse cuenta que no esta perdido.
Desde entonces solo en sueños afloran sus ganas de sonreír e ignora el dolor de vivir…

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