miércoles, 2 de mayo de 2012

Dinastia de los borbones y disnastia de los austrias

La casa de Borbon
La política dinástica sostenida por Felipe V y su segunda esposa, Isabel de Farnesio, otorgó tronos en Italia a los hijos del matrimonio, dando origen a la rama Borbón-Sicilia. Los reinados de Fernando VI y Carlos III significaron la plenitud del reformismo.
El desarrollo de la América española, cuyas posibilidades económicas aún estaban por explotar en su mayor parte, fue una de las tareas que recibieron más atención.
El agotamiento de los hombres y los programas ilustrados reformistas y la implicación de España en los sucesos internacionales ocasionaron una profunda crisis del Estado y de la dinastía, que llegó a su punto álgido en el enfrentamiento entre el rey Carlos IV y su hijo, el príncipe de Asturias y futuro Fernando VII.
La conjura de El Escorial (1807) y el motín de Aranjuez (1808), promovidos por el círculo de don Fernando contra el favorito de los reyes, Manuel Godoy, provocaron el derrocamiento de Carlos IV y la proclamación de Fernando VII. Estas alarmantes muestras de la descomposición de la dinastía sucedían en una España ocupada por las tropas de Napoleón I Bonaparte, en cuyos planes figuraba ya el destronamiento de los Borbones y la inserción de España en la órbita imperial.
El desprestigio de la familia real alcanzó su cima en las abdicaciones de Bayona, por las que Carlos IV y Fernando VII entregaron a Bonaparte sus derechos a la Corona de España, quien a su vez los transfirió a su hermano José (1808).
A excepción de José I (1808-1813), de la Casa de Bonaparte, y de Amadeo I (1870–1873), de la Casa de Saos Borbones españoles del siglo XVIII —Felipe V (1700–1724 y 1724–1746), Luis I (1724), Fernando VI (1746–1759), Carlos III (1759–1788) y Carlos IV (1788–1808)— llevaron a cabo una política de profundas reformas en todos los campos con la intención de colocar a España en un lugar destacado entre las potencias europeas. Felipe V fue ayudado primero por consejeros franceses, relevados pronto por españoles pertenecientes a la primera generación de ilustrados.
La política dinástica sostenida por Felipe V y su segunda esposa, Isabel de Farnesio, otorgó tronos en Italia a los hijos del matrimonio, dando origen a la rama Borbón-Sicilia. Los reinados de Fernando VI y Carlos III significaron la plenitud del reformismo.
El desarrollo de la América española, cuyas posibilidades económicas aún estaban por explotar en su mayor parte, fue una de las tareas que recibieron más atención.
El agotamiento de los hombres y los programas ilustrados reformistas y la implicación de España en los sucesos internacionales ocasionaron una profunda crisis del Estado y de la dinastía, que llegó a su punto álgido en el enfrentamiento entre el rey Carlos IV y su hijo, el príncipe de Asturias y futuro Fernando VII.
La conjura de El Escorial (1807) y el motín de Aranjuez (1808), promovidos por el círculo de don Fernando contra el favorito de los reyes, Manuel Godoy, provocaron el derrocamiento de Carlos IV y la proclamación de Fernando VII. Estas alarmantes muestras de la descomposición de la dinastía sucedían en una España ocupada por las tropas de Napoleón I Bonaparte, en cuyos planes figuraba ya el destronamiento de los Borbones y la inserción de España en la órbita imperial.
El desprestigio de la familia real alcanzó su cima en las abdicaciones de Bayona, por las que Carlos IV y Fernando VII entregaron a Bonaparte sus derechos a la Corona de España, quien a su vez los transfirió a su hermano José (1808).
A excepción de José I (1808-1813), de la Casa de Bonaparte, y de Amadeo I (1870–1873), de la Casa de Saboya, todos los reyes y reinas de España de los siglos XIX y XX han pertenecido a la dinastía borbónica: Fernando VII (1808–1833), Isabel II (1833–1868), Alfonso XII (1875–1885), Alfonso XIII (1886–1931) y el nieto de éste, Juan Carlos I, el actual soberano español, que en 1975 comenzó su reinado y fue uno de los artífices de la transición española a la democracia, posterior al régimen dictatorial del general Francisco Franco. Asimismo, hay que mencionar a los reclamantes al Trono de la Dinastía Carlista, descendientes del hermano de Fernando VII, D. Carlos María Isidro. En 1830, y próxima la muerte de Fernando VII, el heredero legítimo era D. Carlos María Isidro, pero una serie de maniobras de Fernando VII, tras las cuales se hallaban los liberales, cambiaron la ley sucesoria para que pudiera reinar su hija de cuatro años Isabel II, desposeyendo a su hermano. Los carlistas, opuestos ideológicamente a los liberales en cuanto al papel de la Religión y el Trono, principalmente, nunca aceptaron la legalidad de estas maniobras, dando lugar a tres guerras civiles a lo largo del siglo XIX. Los reyes de la dinastía carlista, que llegaron a ejercer el poder efectivamente en algunas zonas de España durante las guerras fueron: Carlos V (1833–1845), Carlos VI (1845-1861), Juan III (1861-1868), Carlos VII (1868-1909), Jaime III (1909-1931), Alfonso Carlos I (1931-1936), Javier I (1952-1975). Actualmente, los carlistas miran a D. Carlos Hugo de Borbón-Parma y D. Sixto Enrique de Borbón-Parma como posibles herederos, ambos hijos de D. Javier, entre otras de los posibles descendientes del rey D. Felipe V (incluido, es este caso, está D. Juan Carlos I, no como sucesor de Isabel II, que también lo es, si no como heredero de Francisco de Paula de Borbón, hermano menor de Fernando VII y de Carlos María Isidro, a través de Francisco de Asís, que a su vez es esposo y primo de la reina Isabel II).
todos los reyes y reinas de España de los siglos XIX y XX han pertenecido a la dinastía borbónica: Fernando VII (1808–1833), Isabel II (1833–1868), Alfonso XII (1875–1885), Alfonso XIII (1886–1931) y el nieto de éste, Juan Carlos I, el actual soberano español, que en 1975 comenzó su reinado y fue uno de los artífices de la transición española a la democracia, posterior al régimen dictatorial del general Francisco Franco. Asimismo, hay que mencionar a los reclamantes al Trono de la Dinastía Carlista, descendientes del hermano de Fernando VII, D. Carlos María Isidro. En 1830, y próxima la muerte de Fernando VII, el heredero legítimo era D. Carlos María Isidro, pero una serie de maniobras de Fernando VII, tras las cuales se hallaban los liberales, cambiaron la ley sucesoria para que pudiera reinar su hija de cuatro años Isabel II, desposeyendo a su hermano. Los carlistas, opuestos ideológicamente a los liberales en cuanto al papel de la Religión y el Trono, principalmente, nunca aceptaron la legalidad de estas maniobras, dando lugar a tres guerras civiles a lo largo del siglo XIX. Los reyes de la dinastía carlista, que llegaron a ejercer el poder efectivamente en algunas zonas de España durante las guerras fueron: Carlos V (1833–1845), Carlos VI (1845-1861), Juan III (1861-1868), Carlos VII (1868-1909), Jaime III (1909-1931), Alfonso Carlos I (1931-1936), Javier I (1952-1975). Actualmente, los carlistas miran a D. Carlos Hugo de Borbón-Parma y D. Sixto Enrique de Borbón-Parma como posibles herederos, ambos hijos de D. Javier, entre otras de los posibles descendientes del rey D. Felipe V (incluido, es este caso, está D. Juan Carlos I, no como sucesor de Isabel II, que también lo es, si no como heredero de Francisco de Paula de Borbón, hermano menor de Fernando VII y de Carlos María Isidro, a través de Francisco de Asís, que a su vez es esposo y primo de la reina Isabel II).






La casa de Austria
La Casa de Austria es el nombre con el que se conoce a la dinastía Habsburgo reinante en la Monarquía Hispánica en los siglos XVI y XVII; desde la Concordia de Villafáfila (27 de junio de 1506) en que Felipe I el Hermoso es reconocido como rey consorte de la Corona de Castilla, quedando para su suegro Fernando el Católico la Corona de Aragón; hasta la muerte sin sucesión directa de Carlos II el Hechizado (1 de noviembre de 1700), que provocó la Guerra de Sucesión Española.
El Emperador Carlos V (Carlos I de España) acumuló un enorme complejo territorial y oceánico sin parangón en la historia, que se extendía desde Filipinas al este hasta México al oeste, y desde los Países Bajos al norte hasta el Estrecho de Magallanes al sur. Además de la expansión ultramarina, y algunas conquistas (como Milán), fue resultado de la adición dinástica de cuatro casas europeas: las de Borgoña (1506), Austria (1519), Aragón (1516) y Castilla (1555), y conformó la base de lo que se conoció como Imperio español, sobre todo a partir de la división de su herencia (1554-1556) entre su hermano Fernando I de Habsburgo y su hijo Felipe II. Desde entonces puede hablarse de dos ramas de la casa de Austria, los Habsburgo de Madrid (que son los de los que trata este artículo) y los Habsburgo de Viena (que continuaron reinando en Austria hasta 1918).
La Monarquía Hispánica (también conocida como Monarquía Católica) fue durante toda esa época la mayor potencia de Europa. Durante los llamados Austrias mayores (Carlos I y Felipe II) alcanzó el apogeo de su influencia y poder, sobre todo con la incorporación de Portugal y su extenso imperio; mientras que los reinados de los llamados Austrias menores (Felipe III, Felipe IV y Carlos II), coincidentes con lo mejor del Siglo de Oro de las artes y las letras, significaron lo que se conoce como "decadencia española": la pérdida de la hegemonía europea y una profunda crisis económica y social.
La supremacía marítima española en el siglo XVI fue demostrada con la victoria sobre los otomanos en Lepanto (1571, más importante simbólicamente que por sus consecuencias) y, después del contratiempo de la Armada Invencible (1588, de consecuencias también sobrevaloradas) en una serie de victorias contra Inglaterra en la Guerra anglo-española de 1585-1604. Sin embargo a mediados del siglo XVII el poder marítimo de la Casa de Austria sufrió un largo declive con derrotas sucesivas frente a las Provincias Unidas y después Inglaterra; durante los años 1660 estaba luchando desesperadamente para defender sus posesiones exteriores de piratas y corsarios. En el continente europeo los Habsburgo de Madrid se involucraron en defensa de sus parientes de Viena en la vasta Guerra de los Treinta Años, que aunque comenzó con buenas perspectivas para las armas españolas, terminó catastróficamente tras la crisis de 1640, con la sublevación simultánea de Portugal (que se separó definitivamente), Cataluña y Nápoles. En la segunda mitad del siglo XVII los españoles fueron sustituidos en la hegemonía europea por la Francia de Luis XIV.







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